sábado, 6 de febrero de 2016

"Un, dos, tres..."

A lo largo de esa hora debía estar en un sueño acaramelado, aquel que nunca se cumple y que tiene la tendencia de atravesar el optimismo, pero la eternidad seguía fuera de su trayectoria y cuando evito todo ese estupor sospecho que vuelve a reiterar en los absurdos.

— "Si la calle está vacía muérdete la lengua y cuenta hasta diez."

Entonces salgo porque ya suma uno y ahora es bisiesto, así que tengo el bohemio subido y empiezo a conocer Cortázar porque se me cayó una piedra del bolsillo y creo que la había llamado por el mismo nombre. A ver cuánto me dura la costumbre de mirar a través de la ventana de mi habitación del fin de semana.

— "Un, dos, tres..."

Oigo el cuchicheo de las botellas de vino blanco partiéndose el cuello de tanto esperar a algún imprudente que las embriague, y luego permanecen aturdidas tal vez guardando la voz para no seguir ahogándose, sólo hasta que amanece y sin embargo sale el sol y ahí siguen danzando hasta el do. Y cómo podría vivir sin el café de madrugada. 

Levitas tan pronto como te sacia la soledad, cuéntame cómo es eso, cuéntame hasta diez. 


4 comentarios: