sábado, 1 de diciembre de 2012

Desde el silencio: Euforia.

No tengo miedo a perder el último tren destino nunca jamás, me apetece andar, me apetece respirar todo el aire que pueda aspirar y soltarlo a modo de grito eufórico, hoy el mundo está bajo mis pies y pienso pisar tan fuerte como para dejar una huella eterna.

Llego hasta el final del universo, quiero cruzar al otro lado, espero a que el semáforo se ponga en verde. Un paso, dos pasos... Aparezco desafiando cada obstáculo, un millón de años luz no son más que horas de espera perdidas en vano, sincronicemos nuestro juicio, no perdamos el tiempo.

¿Qué es la incertidumbre si no una prueba de valentía? Un juego de impaciencias y nervios, atándome los pies hasta la meta, sólo retrocedo si quiero ver cuánto he avanzado, sólo retrocedo si alguien se ha quedado atrás, sólo retrocedo para sonreír a lo lejano. Pero no me quedo ni desespero, no abandono ni lo quiero, cada trompazo es un punto más en mi expediente, largo o corto no dejo que nadie lo borre.

Regalé tantas palabras que me quedé muda por mucho tiempo, perdí el talento, ese habla tan característica, y lo cierto es que aun lo está.
Unos quieren ser más fuertes, otros más hábiles, luchar sin miedo o ganar respeto. ¿Y yo? Yo... Yo quiero algo tan sencillo como volver a saber hablar, encontrar el día en el que la expresión empezó a volar lejos, una nota de despedida, hoy sólo recuerdo su letra. 
No hay mayor pérdida que el sonido de uno mismo. 
Remota vida la que un día te super contar. 

Era el verbo el carne viva, la diva del lenguaje y el divino dominar de un argot genuino. Esperadme, vuelvo próximamente.

Ya sabes, soy primavera, florecer continuo de conversaciones trascendentes. Silencio etéreo, poco común, serenidad dentro de un pasado incierto ¿Ficción o realidad?.