martes, 26 de abril de 2011

El tiempo en esta habitación me sabe a vino.




Irritable, impasible, imbatible, imposible, locura, ojeras, voz rota, voz cortada, sueños desvaneciéndose entre palabras de caramelo que flotan sobre un mar de lágrimas.
Debería empezar a preocuparme por mi situación reciente.

Lucha de gigantes abatiéndose como mil rectas de perfil, algo que quiero seguir recordando, pero poco a poco dudas que van surgiendo como esas gotas de agua que mancharon mi cara al intentar mirar las estrellas esa semana anterior.

Que tal vez él sea el culpable de todo o el culpable de nada, el culpable de que hoy me sienta como me sienta, porque en momentos me siento sola y en momentos me siento la persona mas abrazada de la historia de la naturaleza y el momento lineal.

Quiero seguir sintiendo y sentir cada momento más, en un mundo descomunal donde siento mi fragilidad, que es una pesadilla seguir con esta historia, con esta vida triste e infinita, con mis ojos mirando a un destino que no es el mío, algo demasiado para mis descansos, algo demasiado para mis sábados.

Noches improbables y tonterías que acaban en besos profundos, besos reales, besos sentidos, subiendo la temperatura a un nivel que ni el Sol habría podido detectar ¿entonces son estrellas lo que surgen dentro de mi? Dejémonos de sutilezas y cuentos de princesas.
No teníamos nada que perder, dos cuerpos revolcándose el uno con el otro en el asiento trasero, física, química y matemáticas mezcladas a la vez, aprobado seguro, matrícula de honor, nada obsceno, solo cuerpos jóvenes aprendiendo a vivir el tiempo perdido.



A veces me como la cabeza... me como la cabeza pensando que no tengo a nadie para echar un... rato.

domingo, 10 de abril de 2011

Cuando creí que todas las estrellas se estaban desvaneciendo.





Tal vez sean los sábados, tal vez sean los viernes, tal vez sean esos días de verano en los que cambió mi forma de ver, esos días fatídicos en los que lo peor es pensar, pues no es otro momento mas que el esperado, no son mas que cuatro vientos que se combinan para aparecer en tormenta.

Una y otra vez dejando mis manos escribir suavemente sobre el teclado sin pensar siquiera lo que estaré escribiendo ¿Será algo nuevo? ¿Serán las frases recordadas y olvidadas del fin de semana? Pero me dejo llevar por la música y empiezo a escribir, empiezo a contar y ¿Hola? Vuelvo a ser yo.

Soy una obsesiva compulsiva que sabe hablar e intenta convencer, porque ni un mal momento de gritos inservibles me van a desesperar. Puede que lo sea, eso es lo que necesitaba, despertarme, empezar a decir la realidad y desnublar mis ojos hartos de mantos completamente opacos.

Fue entonces cuando tomándome una cerveza rubia empezó la revelación, cuando en un momento de hipnosis ella me lo contó todo, cuando esperando una llamada tuve que emprenderla yo. En esos momentos en los que te das cuenta que al mínimo rencor que aparezca en volandas, cojo mi iPhone, modo iPod, volumen al máximo, suena suena suena... me aparto de la escena y ya no volveré a gritar.

Uno menos uno son dos, dos menos dos son cinco, vamos a contar mentiras tralará, volvamos a la casilla de inicio y no intentemos empezar de cero, es así y nuestro pasado nos persigue a todas partes ¿Qué tal obviarlo? Bah, cosas peores se han visto.

Olvido a ti te estaba esperando, oh ansiada soledad vete y no vuelvas pues junto a los tacones de invierno os cambio por los de verano, oh desfase no me arrepiento de haberte tenido. Y tu, sonrisa ¿Dónde te habías metido?, oh vida asquerosa vida... cuanto te quiero.