martes, 22 de mayo de 2012

Continuará...

Tal vez llegaron al final de la recta sin darse cuenta, pasaron de largo la intersección dónde sus dos vidas pudieron unirse un día, pero es lo que tiene el andar sobre este camino, nunca podemos retroceder.

Me cuentas que todo se ha acabado y yo te pido la prórroga, un tiempo extra para poder empapelar de seda falsa cada agujero del vestido, ese que me puse cada noche de invierno, ese que me quité cada día al despertar. Me vestí de sueños e ilusiones y creí que un día se cumplirían. Me vestí de una falacia parecida a la realidad llena de sitios dónde poder tropezar, heridas abiertas que jamás se podrán cerrar.

El final de una larga etapa, me debato entre olvidar todo el tiempo de antaño, puesto que lo único que me ha demostrado es que el vivir el día a día en las ramas de la intensa confianza acaba por destruir cada brote de bondad y estima que se puede poseer.

Fría como el invierno, helada, cada susurro que quedó en una mirada y ahora no es más que una cruel puñalada.

Se avecinan nuevos tiempos y veo quemar libros enteros que contenían historias con finales encantadores. Quién fue el loco que inventó las segundas partes, quién fue el loco que desacreditó a aquel punto y final.
Que levante la mano el que no haya maldecido el día en el que le permitieron borrar toda la felicidad.

Porque por más que queramos cerrarlo, pausarlo o invalidarlo, siempre se añadirá una página más.