sábado, 20 de febrero de 2016

Ceci n'est pas moi


Quizás no es hasta cierto punto de la tarde cuando por lo general todos tomamos por costumbre hablar de lo que jamás habla, y entonces la pasividad nos envuelve hasta la mañana siguiente, cuando volvemos a ser nosotros mismos —para algunos afortunados—. Puede que lo hagamos sin querer y que sea consecuencia de esa misma despreocupación que se acumula en todo el cuerpo. Hace harto tiempo que es el fenómeno más rico de la ciudad. Outsiders

—Y los uniformes, no tengo claro si odio más los uniformes o quien los lleva sin saber por qué. Fíjate en ese grupo, demasiado atentos a la sincronización, como si fuesen a perder el rumbo con un leve descoordinar de la formación, no creo que sepan que los pasos no se cuentan de uno en uno. Seguramente llegarían al mismo maldito lugar aun sin proponérselo, me recuerdan a las luces de las luciérnagas. Se me eriza la piel sólo con pensarlo.  
—Pero tú no luces.
—Entiéndeme, es retórico. Pero no entiendes la retórica. Pragmática de día, pragmática a través del reflejo del agua de aquel charco que se formó anoche mientras llorabas, pragmática en todo momento menos cuando te duermes y entonces dejas de ser pragmática para dejarte imaginar como todo aquello que es susceptible a producirse. 
—Eterna. Ceci n'est pas moi, ni nada que se le parezca—. Casi por inercia, pidió otra copa. 
—Deberías dejar el vicio de confundirte con la eternidad. Además, ni siquiera quise decir eso.
—No lo sé ¿dónde estamos?
—En Andrómeda, tal vez.




2 comentarios:

  1. Tienes una hermosa manera de expresarte.

    Besos.

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  2. Gracias por tu comentario, intento mejorar poco a poco, aun así es de agradecer este tipo de comentarios :)

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