miércoles, 14 de enero de 2015

Algo tierno

A través del tragaluz veo un fulgor que se repite con insistencia, no consigue levantarme. Sigue insistiendo con leves toques de atención, empiezo a pensar que finge ternura, pero no me convence, el destello es lo suficientemente fuerte como para aturdirme toda una eternidad. Recuerdo que es la primera vez en harto tiempo que consigo ser consciente de mi misma. Quizá por costumbre, como un condena que de tan terca se vuelve imperceptible, así la condena se convierte en mi y yo me convierto en ella, así ella toma vida pero de pronto desaparecemos. Empiezo a pensar en qué vida se introdujo, quizás fue en la siguiente, quizás por eso tarde tanto en llamarla.

El día se apaga dejando el rastro de una huella imborrable, y me encuentro la piel marcada, el destello escarifica, un aviso, me doy cuenta; cerremos fuerte los ojos y despertemos silenciosamente, fuera están callados, con el temor de verse reducidos a un mero materialismo físico.

Me levanto al décimo toque de campana, o al decimoprimero, ya no recuerdo el sonido de las horas y puede que ni siquiera amanezca, pero hoy es viernes y hay luna llena, si se aparta el Sol tal vez sí amanece, hoy veré pasar el tiempo, despidiéndose, hasta el próximo sueño.

Dichosos seres que no comprenden el principio de equilibrio y aun así convergen, infinitamente. 
El destino, por fortuna. 

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